~Maria Diaz
“Hay que elegir la vida. Tomar la decisión de luchar y nunca rendirse”, dijo María Díaz, de 64 años, de Corvallis, cuando se le preguntó qué consejo tiene para otras personas que enfrentan un diagnóstico de cáncer.
A principios de 2020, la señora Díaz comenzó su rutina diaria normal. Despertarse, prepararse, e ir al trabajo. Sin embargo, ese día, mientras se aplicaba desodorante, la señora Díaz sintió un bulto duro en la axila izquierda. Sin experimentar ningún dolor o enfermedad, continuó como de costumbre.
Había pasado algún tiempo y aún no experimentaba dolor ni enfermedad, pero después de la insistencia continua de su esposo, Genaro Martínez, la señora Díaz fue a ver a su médico de cabecera.
“Mi médico creyó de inmediato que era cáncer”, dijo Díaz. “Sin duda, me remitieron a Samaritan para que me hicieran una biopsia”.
Unos días después, en una cita de seguimiento, la señora Díaz recibió la noticia. La biopsia confirmó que tenía cáncer de mama avanzado, estadio IIIB. Concretamente, carcinoma ductal invasivo triple positivo. El cáncer de mama triple positivo es una condición en la que las células tumorales tienen receptores de estrógeno positivos, receptores de progesterona y receptores HER2 anormales.
“Me sentí enferma. No quería que nadie me viera”, dijo la señora Díaz. “Fui directamente a mi habitación y lloré”.
Sin embargo, fue en ese momento que la señora Díaz supo que tenía que luchar para superar este cáncer. Decidió dejar de trabajar y concentrarse únicamente en su salud.
Acompañada por su esposo y uno de sus hijos, Miguel Martínez, la señora Díaz comenzó la primera de seis rondas de quimioterapia a principios del 2021.
“La quimioterapia fue dura”, dijo la señora Díaz. “Mi apetito se había ido y soy buena comedora. Perdí mi cabello y de una manera fea. Simplemente me sentí mal”.
Muy poco, sonaba bien para comer, mientras recibía quimioterapia. Finalmente, su nuera, Yesi Martínez, descubrió que las tortillas recién hechas y el menudo, una sopa mexicana tradicional y favorita de la familia, le sentaban bien.
“Cuando me presentaron el menudo, estaba segura de que me enfermaría como con todo lo demás. Pero pude disfrutar de varias porciones, y la mejor parte, mantenerlas”, dijo la señora Díaz
Encontrar un alimento que le caiga bien al estómago durante la quimioterapia fue una gran victoria. Pero su familia quería hacer más. Querían ayudar a traer una sensación de normalidad a su ser querido durante este momento difícil.
“Mi familia me llevó a probarme una peluca. Aunque no era para mí. Simplemente no me sentía como yo misma”, dijo la señora Díaz. “Uno de mis hijos encontró estos hermosos sombreros. Vinieron en muchos colores diferentes. ¡Oh, cómo me encantaron estos sombreros, e incluso recibí muchos elogios de mi equipo de atención médica!”
La quimioterapia fue solo un paso en el plan de tratamiento de la señora Díaz. La cirugía fue lo siguiente.
“Esto fue aún más aterrador”, dijo la señora Díaz. “Sabía que se acercaba la fecha de mi cirugía, pero no quería discutirlo, ni con mi familia, ni tampoco con mi equipo de atención. Tenía miedo de que me pusieran a dormir y nunca despertara.”
Necesitando encontrar la calma dentro de su tormenta de emociones, la señora Díaz salía a caminar.
“A veces salía tarde en la noche, mi esposo vigilaba atentamente para asegurarse de que me mantuviera a salvo. Otras veces, me aventuraba a salir durante el día entre citas”, dijo Díaz. “Esto ayudó a ralentizar mi mente acelerada y alivió mis nervios y mi miedo”.
Después de la lumpectomía del seno izquierdo y la extirpación de una gran parte de los ganglios linfáticos debajo del brazo, la señora Díaz comenzó la tercera fase de su plan de tratamiento, la radioterapia, un total de 28 rondas.
Ahora, como sobreviviente de cáncer, la señora Díaz expresa su gratitud por la familia, el equipo de atención del cáncer y la vida.
“Tener cáncer unió a mi familia más que nunca. Sentí mucho amor y apoyo en cada paso. Y, no puedo decir lo suficiente sobre mi equipo de atención, los médicos, enfermeras, asistentes, todos fueron muy amables”, dijo la señora Díaz. “El cáncer también me cambió a mí. Es como si volviera a nacer, que Dios me dio otra vida para vivir. Tal como lo veo ahora, la vida es demasiado hermosa para desperdiciarla.”
Mirando hacia el futuro, la señora Díaz tiene planes de regresar a México para ver más a su familia y hacer el viaje por Europa del que ella y su esposo siempre han hablado.
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